Cuarto grito.

 


Cuarto grito:

16- 08 - 21.

cuán peligrosa es la tristeza al volverse placentera, cuando se convierte en musa sin dejar de ser cruz, cuando cada noche se conversa con la muerte y se le pide compañía. Cuán desdichados somos los que encontramos belleza en el canto de los cuervos, los que saboreamos el exceso con todo y su dolor (como un plato picante), los que no controlamos nuestros vicios y sucumbimos ante todos, mezclamos el licor con lágrimas y disfrutamos su amargo, olvidamos pastillas e ignoramos razones.
Ay de aquellos que por todo lo anterior nos sentimos culpables y latigamos con reproches nuestros más comunes instintos, los que nos avergonzamos de nuestra esencia, condenamos nuestros actos, buscamos soledad al sentirnos dañinos y anhelamos compañía, los de ojos polarizados, conciencia afónica y esternón frío.
Pobres los que somos conscientes y no hacemos nada ante ello, ignoramos la duda, censuramos el ruido del motor y conducimos en automático, los que no podemos culpar a la vaca y culpamos a Baco, los que estamos cómodos en el caos y podemos ocultarlo, los que respiramos y sonreímos, los que hacemos ruido solo al explotar, los de llanto difícil, los tacaños de lágrimas, de dolor silencioso, de adentros tímidos y mirada tranquila.
¡Ay de los estables!

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